El contacto fomenta el apego, el vínculo. La primera mirada desde el nacimiento tiene como función empezar a crear ese vínculo y por consiguiente la cascada de hormonas que ayudan a enamorarnos de nuestros bebés.
La madre naturaleza se lo tiene bien montado. Si dejamos que ocurra.
Cuando haces masaje a tu bebé, existe una interactuación mutua. Una comunicación no verbal, atención, respeto hacia el cuerpo del bebé, amor… Y precisamente esa interactuación hace que la comunicación madre-bebé sea más íntima aún. Es un estímulo para sus sentidos, y para los tuyos.
- Mediante el masaje estimulamos el sistema digestivo, el respiratorio, el circulatorio, el endocrino, inmunológico, linfático, vestibular (equilibrio y coordinación), el tono muscular, la integración sensorial, el desarrollo del lenguaje y aprendizaje… En los movimientos rítmicos y con mucho mimo del masaje fomentamos una buena salud de base y mejor transición en la maduración de cada uno de ellos.
Podemos incluso favorecer la eliminación de gases, aliviar cólicos, estreñimiento, el exceso de mucosidad, tensiones musculares, molestias de la dentición… Cuando lo haces con regularidad el masaje favorece la calma, un sistema nervioso no hipereactivo, lo que fomenta una mejor integración de las vivencias del día a día.
Es además sumamente relajante para el que lo da y para el bebé que lo recibe, siempre y cuando sea el momento óptimo para ambos.
Obviamente no nos mostrará su relajación como podríamos mostrarla nosotros como adultos, pero sí veremos señales que nos indicarán que vamos por el buen camino. Al fin y al cabo, somos quien mejor conocemos a nuestros pequeños y esto nos irá orientando en que actuaciones son las que mejor reciben y cómo les ayuda en su día a día.
Las madres y padres que hacen masaje infantil a sus bebés cuentan que entienden mejor a su hijo, que les facilita poder respetar sus señales. Se sienten más confiados y se sienten bien de poder participar de forma activa en la salud de sus hijos. Además se sienten relajados en el momento del masaje y aumenta su conexión con su interior además de fomentar la atención en el aquí y el ahora.
El tacto nutritivo fomenta el respeto y empatía cosa que a la larga influye en la sociedad. Y visto lo visto… creo que podemos empezar a fomentar el respeto y la empatía ya desde el embarazo, respetando a las madres y sus procesos, respetando a los bebés y sus nacimientos. Respetando a los padres como apoyo incondicional.
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