Este fin de semana he acudido a un seminario de alimentación y emociones. Ha estado muy interesante ver y hablar de todos los apegos que tenemos, de cómo influye nuestra alimentación y cómo podemos cambiar desde la alimentación como nos sentimos.
No es un camino fácil, puesto que para favorecer ciertos cambios y eliminar ciertos apegos implican un buen trabajo interior de nuestro cuerpo emocional. Y eso significa hurgar en lo que nos duele muchas veces.
Cómo dice mi profesora, al cuerpo físico se le alimenta con comida y al emocional con amor y cariño.
Hoy al entrar en clase nos preguntó: -¿Habéis desayunado bien? y todos dijimos – ¡Siiiiii! como buenos alumnos jejeje, pero cuando nos preguntó…. ¿y ya habéis dado de desayunar a vuestro cuerpo emocional? o_o y ahí nos quedamos todos…pensando. Y no, la gran mayoría no le habíamos dado nada. Así que nos invitó para un buen desayuno emocional darnos un abrazo con varios compañeros de los que habíamos allí. Y bueno… como siempre, cambia mucho la energía del lugar. Se crea algo extraño, sube la temperatura, se mueve la energía… y cuanto cuesta ¿eh?
Eso de dar abrazos no es nada fácil, ni te digo cuando estamos haciendo un trabajo interior y vamos al fondo de una herida que tapamos comiendo chocolate, queso o bebiendo alcohol.
A veces esos ataques repentinos de hambre, o esos momentos de placer en los que entra la copita de vino con el trocito de queso… esconden emociones, recuerdos, vivencias que si dejáramos salir nos harían pasar un proceso que, por lo menos hoy, no nos apetece pasar.
Y no hablo de un capricho gustoso puntual. Hablo de eso que no podemos evitar, lo que hacemos cuando nos sentimos mal, cuando hemos tenido un problema, o cuando vamos hasta arriba de trabajo y no sabemos por dónde sacar lo que se nos mueve dentro.
Ha sido un fin de semana intenso, porque además, me han pasado cosas que me han resultado desagradables y que todavía no he podido solucionar y que espero poder solucionar en breve en estos próximos días. He pasado de una situación que me hacía sentir muy bien al extremo opuesto. Que me han removido por dentro, que me han puesto en alerta y que me ha dificultado el sueño. Pero esta vez, no lo he tapado con comida, de hecho mi cuerpo no me lo pide. Es curioso esto de tomar conciencia. Ese paso, es un gran paso porque te pone a expensas de que si la comida no lo tapa, sólo te quedan tus recursos y un buen trabajo interior, con ayuda de un terapeuta o sin ella. Pero algo tienes que hacer.
Mi impaciencia empeora la situación, pero es algo más que he de aprender.
Este fin de semana, he practicado cocina energética, sensorial. Hemos hablado de emociones, hemos hecho algún ejercicio para invitar a la reflexión interior y me siento bien por lo que me he llevado.
Te animo a que reflexiones, a que te observes en que momentos estás descontrolada/o, que es lo que comes, y si realmente es lo mejor para ti. Porque seguro que encuentras otras formas de aliviar o simplemente de vivir esa situación, y dejarla ir.
Dejar ir.. algo que tanto cuesta. Nos cargamos nuestra mochila por la vida sin darnos cuenta y cuando miramos no sabemos por donde empezar a ordenarla… Observarte y conocerte, es la mejor manera de ser la mejor versión de ti misma/o.
Te deseo un feliz y reflexivo día 🙂
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