Mientras dormía a mi hijo, me vino esto al pensamiento. ¿En qué mundo vivo?
Vivo en un mundo dónde el respeto queda lejos… Lejos sobre todo de cómo crío, educo o estoy con mi hijo. Un mundo dónde me dicen: que lo tengo mimado, dónde ya se le juzga a él con tan solo 3 años, dónde en las reuniones con amigos “los niños se sientan en otro lado”, dónde he de recordar cómo es mi hijo constantemente para que lo respeten, dónde se me juzga sin miramiento… En fin, un mundo dónde me canso. Me canso de recordar cómo lo quiero hacer, cómo lo hago y luchar por un mínimo de respeto. Respeto que se ve mermado por lo que hablan, no delante de ti, y que cuando ocurre algo que parece poco significativo existen miradas de complicidad. Se respira en el ambiente.
Vivo en un mundo dónde no paro de decir, no, él come con nosotros, o dónde se sorprenden si le pregunto qué es lo que quiere y dónde me miran raro por hacer lo que quiero.
Y entonces me pregunto qué es lo que estoy haciendo allí.
Lo cierto es, que muchas personas, muchas madres se ven señaladas o criticadas por cómo lo hacen, muchas también que al ser criticadas critican, y otras que como yo, nos limitamos a vivir con nuestros hijos sin importar lo que digan los demás. Aunque esto no es del todo cierto. A mi sí que me importa, aunque cada vez menos. Me importa que personas que para mí son importantes, empiecen a dejar de serlo. Algo ha cambiado dentro de mí al tener a mi hijo.
Es una pena, pero tomé la decisión de hacerlo de una manera, y si por ello he de dejar a personas en el camino, lo haré. Es cómo cuando quieres un objetivo de cualquier tipo y apartas, o dejas a un lado a quien no te permite conseguirlo, porque sabes que eso es lo más importante para ti y que con eso conseguirás o te sentirás en sintonía contigo misma.
Vivo en un mundo en que me es difícil compartir muchas de mis alegrías y en el que mientras quiera seguir estar “fuera de la manada” voy a tener que tomar ciertas determinaciones.
Ser madre me ha hecho fuerte, fuerte para defender lo que quiero para mi hijo y fuerte para asumir y decidir con quién quiero compartir el tiempo que me ha tocado vivir, el respeto que mi hijo merece lo ha de conocer primero de mamá y papá para que sepa y crea que sólo merece lo mejor y que siempre puede decidir.
¿Te ha ocurrido algo parecido? Puedes contármelo si te apetece 🙂
Mi hijo tiene dos años y nueve meses y me siento muy identificada. A veces cansada y otras muy fortalecida por mis decisiones. Creo que se trata de niveles de conciencia y aferrarse a un nivel de conciencia en el que ya no estás es relentizar tu propio crecimiento. Aunque dejar atrás duele. Somos muchas en este camino y nos une internet. Un abrazo.
Gracias Laura, por comentar tu experiencia. Un abrazo.
Yo tb me siento muy muy identificada; la toma de conciencia es una gran verdad, y que el nacimiento y crianza de mis tres hijos me ha abierto las puertas a crecer con ellos y siento que estoy aprendiendo a vivir, en muchos sentidos;
aunque a veces necesito el refuerzo de amigos o familiares a la hora de la verdad AHORA escucho mi sentir, y sé que dicen que este no es el camino facil; a mi lo que me ha resultado totalmente imposible ha sido plegarme a la “masa”; en un camino de crianza consciente, la conciencia se va extendiendo a muchos otros aspectos de tu vida y esto NO TIENE VUELTA ATRAS, de lo cual ME FELICITO!!!
Gracias por el articulo , es genial.
Besos
Alex, te agradezco mucho tu visión y experiencia en este sentido. Te felicito y te animo a seguir adelante, tus hijos y tu lo merecéis 😉