Considero importante la implicación por parte del paciente en cuanto a realizar un cambio, ya sea dolor físico o emocional.
Normalmente esperamos que las cosas simplemente sucedan, no vamos a por ellas.
Cuando hay un dolor , insisto ya sea físico o emocional, y la persona decide poner un remedio, es el comienzo de un movimiento, y eso está bien. Es el momento de tomar una decisión, y se considera que hace falta un acompañamiento de una segunda persona. Está bien puesto que es un comienzo a estar dispuesto a generar un cambio, normalmente a un estado saludable. Ahora bien, muchas veces ese movimiento se detiene ahí, y de repente
esperamos que el objetivo nos lo arrastren poco a poco a nosotros.
Sí, es movimiento, pero no el nuestro, y el esfuerzo y desgaste de energía es mucho mayor.
Observo que cuando la persona de alguna manera se implica en la terapia, al mismo tiempo que el objetivo se aproxima, la persona se acerca a mayor velocidad hacia el mismo. Es decir, no es lo mismo ir, que te hagan un masaje y esperar que el problema esté solucionado en un número X de masajes , a ir a que te hagan un masaje y comiences a tomar conciencia de qué es lo que te ha llevado a ese dolor, cual es el comportamiento, el trabajo, la alimentación, la postura corporal y la forma de pensar que te han llevado ahí, y para rematar, cómo puedes modificar eso para que el dolor de espalda no vuelva a aparecer. El trabajo del masajista sigue siendo el mismo, pero el resultado es diferente.
Existe una debilidad y el cuerpo sabe como compensarla.
Deja una respuesta