¡Hola!
Hoy quiero hablarte de las personas más importantes que tenemos en nuestra vida. Nuestros hijos.
Cuando uno/a entra el camino de la maternidad y/o paternidad se adentra en un mundo prácticamente desconocido. Muy conocido cuando no los tienes y desconocido cuando ves la magnitud de tu responsabilidad. Cuando están en la época exclusiva de lactancia, todo marcha bien, sabemos que la teta es lo mejor, se la damos a demanda y sin problemas.
Luego viene la introducción de alimentos… Introducción que a veces es placentera y fácil y otras que es un verdadero infierno, y hablo para los dos, madre (o cuidador habitual) e hijo.
Recuerdo que durante la lactancia de mi hijo, al poco de nacer, me leí el libro de Carlos González: Mi niño no me come.
Me gustó la sencillez, claridad de su lenguaje y la lógica aplastante que usa. Así que ese libro, fue afín a mimomento y pensamiento. Recuerdo la visita a la pediatra justo a los 6 meses en la que me recomendó empezar con las frutas, como madre inexperta eso hice… y vi la reacción de mi hijo. Eso hice observar, durante mucho tiempo. Observar cómo se relacionaba con la comida, en que cosas se fijaba y en que no, que quería coger y que no… y haciendo caso a mis instintos y a mi hijo, decidí cambiar la forma de introducir los alimentos.
Recuerdo que a las siguientes revisiones, mi hijo iba creciendo perfectamente, con lo cual ella dio por hecho que la introducción de alimentos se iba haciendo según pautan los cánones. La realidad era que mi hijo hasta el año estuvo prácticamente a teta exclusiva y probando alimentos que dentro el calendario de introducción por madurez digestiva le iba facilitando y sin presión le iba proponiendo. Mi hijo pasó de la teta a los trocitos sin pasar por biberones o papillas. Le daban náuseas. Cuento mi experiencia, porque me consultan con angustia muchas mamás sobre este tema.
Mi forma de ver la vida, con respecto a nuestros hijos, es que el respeto es lo primero que debemos tener. Seguir sus ritmos, de cualquier cosa nueva que se les presente. La obligación a comer cierta papilla o alimento sólo provoca el rechazo de éste con la complicación añadida de preocupación porque mi hijo no come lo que debería comer. Desde mi maternidad y mi experiencia te animo a que leas, te informes y que tomes tus propias decisiones, que consultes a diferentes profesionales si ves que algo no te cuadra y que sobretodo observes cómo es tu hijo/a, es quien te va a marcar las pautas de todo.
Después de un tiempo ví que sin querer seguí un método baby-led weaning del que te hablaré en otro post 😉
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