“Esta loba desamparada no escogió su soledad; fue la soledad la que la escogió a ella. Esta realidad se había instalado solapadamente en su vida. Era como un vacío que sólo el sueño podía llenar.
Alguna vez había tenido muchos amigos, pero al pasar los años y los acontecimientos, la presencia de sus amigos fue cada vez más rara: cada cual debía atender su vida, aceptar sus propios retos y cumplir con sus obligaciones.
Intentó asistir a diferentes fiestas de animales, pero cuando participaba en ellas se sentía juzgada y rechazada por todas las parejas de animales presentes, pues todos solían ir en parejas.
Se sentía como aquejada de una rara enfermedad que hacía huir a los demás; se sentía inútil y tenía la impresión de no existir para nadie.
Después de algunas desastrosas relaciones amorosas con ciertos lobos perdidos u ocupados en criar a sus familias, la vergüenza hizo también presa de ella.
Ya no se atrevía a andar sola por los senderos del bosque porque percibía en la mirada de los otros animales una especie de acusación por su estado de loba solitaria.
Durante un tiempo se hizo pasar por una de esas hembras voluntariosas, independientes, esas lobas que eligieron la soledad y que se adaptaron muy bien a ella. Pero terminó por llorar su desdicha junto a la orilla de un río de corriente tranquila hasta que, agotada, se quedó dormida.
En su sueño, el genio del río conversó con ella. Con su ayuda, nuestra amiga echó una mirada sin pudor a sus conductas y a su personalidad. Entonces se dio cuenta de que ella era la principal responsable de esta soledad y que, con sus actitudes, creaba un vacío a su alrededor.
Al despertar se dio cuenta que algo había cambiado en ella. Había entendido que esta misma soledad le enseñaría a vivir mejor. Se dispuso a descubrir a esa loba tan valiosa, que en realidad estaba oculta tras un caparazón tan grueso como el de una tortuga.
Le llevó algún tiempo aprender a aceptar sus defectos y sus características propias sin sentirse desvalorizada. poco a poco tomó consciencia de sus cualidades y de su potencial y aprendió a sacarles partido y a ser amable con ella misma.
Ahora se presenta tal como es verdaderamente, porque al fin se ha aceptado a si misma, y misteriosamente, la soledad se ha convertido en su amiga.
A veces se siente muy feliz por ser tan libre, por poder escuchar el canto de los pájaros o las cascadas del río sin que el macho o los lobeznos la molesten continuamente. Y aprecia esto en su justo valor.
Por supuesto, todavía suela envidiar a los demás, pero estar recaídas le dan la oportunidad de reflexionar de nuevo sobre su situación y sobre el sentido de su vida. Entonces le pide consejo al Dios de los animales, quien le repite que no gana nada queriendo forzar a la naturaleza y que no debemos dejar que sean los demás quienes dicten nuestras necesidades.
Ahora es más receptiva a las pequeñas alegrías diarias. Desfruta más los encuentros y las relaciones con los demás animales, porque para ella son momentos únicos y privilegiados.”
Michel Dufour “Cuentos para crecer y curar”
Hermoso..
La soledad no se busca ni busca simplemente llega y depende de cada quien recibirla o no. Yo particularmente .la acojo, es mi compañera y me encanta. Y no, no se trata de repelerse es que en algun momwnto de la vida la soledad es necesaria y es buena…la loba precisa de su soledad para vivir nosotros para aprender a vivir.