Hace unas semanas tuve la oportunidad de ir a Tuixén (provincia de Lleida) a conocer el museo de “Les Trementinaires”, ver el jardín botánico y el Arborétum. Todo en un entorno precioso y verde.
Fueron mujeres que movidas por la necesidad del momento en los siglos XIX y XX salieron de sus hogares y llevaron al mundo a pie sus remedios y ungüentos medicinales.
Eran mujeres que viajaban solas de dos en dos, con las espaldas bien cargadas para llevar sus plantas a todos aquellos hogares que las esperaban con ganas cada temporada.
Salían a inicios de año y pasaban aproximadamente dos meses fuera de sus casas trayendo consigo esa ayuda económica que necesitaban. Los maridos se quedaban en sus casas cuidando el hogar y los campos, y los niños eran cuidados por las madres o suegras de estas mujeres.
Hay documentado algún caso dónde la trementinaire salía con su marido, que es lo que descubrí en mi visita al museo.
Cuando vi las imágenes tan antiguas y cómo la Sra. Sofía (trementinaire) explicaba su experiencia y por dónde había viajado año tras año, no dejó de sorprenderme la vitalidad pese a su edad y lo vivaz que era, es muy interesante cuando explica de primera mano, cómo llevaba y curaba a las personas.
Hay un momento en el documental que me despertó cierta ternura y reflexión en el que la Sra.Sofía dice “los médicos no creen en esto” con un gesto de… “no tienen ni idea” mientras pone una cataplasma a un chico (o eso es lo que parece en el video), porque es algo que aún hoy (aunque no tanto) sigue como “lucha pendiente” entre una visión más holística, natural y a veces tradicional de la salud y la visión convencional que pasa por alto el sostén de la salud que ofrecen las visiones más integrativas.
En aquel valle los médicos no abundaban y por ello estas mujeres llevaban sus herramientas para la salud desde sus hogares hasta el litoral catalán.
Fueron mujeres sabias, valientes, emprendedoras movidas por su necesidad. Que se apañaban muy bien en un entorno natural que a veces resultaba hostil, y que se trabajaban sus cosechas y procedimientos para poder abastecer a sus hogares de remedios y llevarlos a otros lugares también.
Hoy aquel oficio ha quedado en el recuerdo y un vez al año en mayo, se honra su memoria con actividades y mercados para mantener vivo todo aquel “mundo de les trementinaires”. El último viaje lo hizo Sofia d’Ossera en 1982, el año en el yo nací.
Después, fuimos a visitar el Arboretum que está en una zona de montaña recreativa (hay alguna mesa y poco más) con un río que en plena ola de calor en la que fuimos agradecimos un montón. Allí haces un recorrido a través de los diferentes árboles que utilizaban “Les trementinaires”, es muy chulo y complementa perfecto la visita al museo, junto al Jardín botánico, en el que también ves diferentes plantas medicinales que usaban y recolectaban estas mujeres.
Disfrutamos mucho de toda la experiencia y de conocer a estas mujeres que forman parte del pasado del valle. Muchas que hoy nos dedicamos al mundo de las plantas medicinales y terapias naturales, pero desde otro lugar y con otras fuentes de conocimiento, no podemos dejar de admirar su labor y lo valioso que resultó su trabajo en aquella época, conocerlas me ayudó a conectar con este mundo y en cómo lo vivo. Conocer a otras mujeres que ya en tiempos difíciles decidieron hacer lo que hicieron, desde luego que es digno de admiración y respeto y por eso hoy, he querido dedicarles un pequeño espacio en mi blog.
Te recomiendo mucho que si estás por la zona o tienes la oportunidad y si te gusta el mundo de las plantas y hierbas medicinales conozcas de primera mano su historia y el lugar. No te dejará indiferente 😉
Espero que te haya gustado conocer a estas mujeres y que te haya inspirado su historia, a mi desde luego sí lo hizo.
Algunas fotos 🙂
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Un abrazo,
Gema
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