Recuerdo como si fuera ayer lo que me hizo pasar de estar en un hospital a aprender desde otro lugar. Y no era yo la que estaba enferma, sino que trabajaba como auxiliar de clínica en un hospital infantil.
La verdad que era muy guay ver cómo se iban “por fin” esos pequeños que habían necesitado de unos cuidados un poco más especiales y concretos para salir de su situación patológica. Por suerte los que allí estaban, sólo era de paso.
Y recuerdo especialmente dos anécdotas que aún me ponen nerviosa a la vez que me emocionan.
Una vez estando aún en prácticas me dejaron sola en planta para atender lo que pudiera surgir. “Me avisaron” de que había una bebé a la espera de traslado porque tenía un problema neurológico y necesitaba especialista. La pequeña se “desconectaba” milésimas de segundo pero los padres tenían que avisar cuando eso ocurría para que la enfermera pudiese elaborar un buen informe para el siguiente equipo que atendiera a esa familia.
Y cómo puedes imaginar, estando yo sola, sonó el timbre de alarma. Salió la madre corriendo a que fuéramos y yo sólo pude llamar inmediatamente a que viniera la enfermera en cuestión. Yo no podía hacer nada. De hecho no me dijeron cómo actuar.
Les pedí que jamás volvieran a hacerme eso. Lloré aquello. No saber que hacer me dejó rota.
Cuando ya estaba oficialmente trabajando en aquel hospital, había una mamá con un peque de menos de un año con Síndrome de Down. Tenía un problema respiratorio. Ella necesitaba ir al baño y no tenía a nadie a quien pedir ayuda, así que me pidió por favor que si podía cuidar a su bebé unos minutos. Por supuesto accedí. Le eché los brazos y se vino felizmente conmigo.
Cuando vino su madre, quería seguir conmigo XD y recuerdo sus bracitos rodeándome tan tiernos y cariñosos. Qué precioso fue. Creo que él me ayudó más a mi en aquel momento de mi vida.
Estas dos vivencias, y otras que no fueron TAN marcadas, me empujaron a tomar la iniciativa en el área de la salud, concretamente la salud natural. Ahí empezó mi camino.
Me llevé de esas dos situaciones, una lección importante respectivamente.
Una a saber que hacer y cómo actuar en cualquier afección de la salud que yo pudiera atender. A formarme a conciencia en ello. A entender el diálogo “de médicos” a conocer otras maneras, a ser responsable. A asumir que no siempre puedes hacer algo.
Y por otro a que el amor forma parte de la curación, y que el respeto hacia la persona que necesita cuidado, ya seamos nosotras o nuestros hijos, es necesario respetar lo procesos naturales del cuerpo, atender las diferentes áreas del SER para una curación real. Y que todo tiene importancia.
Deja una respuesta