Muchos investigadores van descubriendo vínculos cada vez más estrechos entre el cuerpo y la mente. Los que estudian las repercusiones de los procesos psíquicos sobre la salud, no tienen dudas: hay una relación directa entre el cerebro y las células del sistema inmunitario.
En situaciones de tensión fuerte o disgusto las defensas del organismo sufren el ataque. Y esto lo hemos experimentado muchos/as. No es raro que después de un proceso de estrés emocional tu salud se vea mermada. Las sensaciones o pensamientos negativos, desavenencias familiares o conflictos, contrariedades profesionales disminuyen nuestra actividad inmunitaria. Al igual que el estrés frente a un examen, por no mencionar muchísimas cosas más.
Hay propuestas para librarnos de esas toxinas psicológicas dependiendo del origen:
– Aprender a decir que no sin más, cuando algo no nos gusta. No dejarnos arrastrar a un compromiso en contra de nuestra voluntad. Esto va en contra de tus valores y bloquea la depuración del organismo.
– Aprender a desconectar. Del trabajo, de las personas que no te aportan pero que están presentes en tu vida. Para esto puedes ayudarte de visualizaciones positivas dónde nos desprendemos de lo que no queremos y visualizamos después lo que queremos.
– Pasarlo bien, sin cargo de conciencia, de tener que estar haciendo algo “más productivo”. – Tratar nuestras preocupaciones, no dejar que se estanquen y nos inunden los pensamientos.
– Reducir el estrés, no empeñarse en seguir de una forma dañina para nosotros. Cambiar enfoques, maneras de hacer, hacer ejercicio, meditar… nos dará mucha calma y a la vez claridad mental para poder enfocarnos de mejor manera con nuestra creatividad y recursos al 100%. Una mente liberada siempre da mejores resultados.
Yo recomiendo mucho un ejercicio simple de aun que sea 10 min para poder bajar nuestro nivel de estrés y ansiedad:
– Te sientas cómodamente en un sillón o dónde estés bien.
– Cierras los ojos. – Empiezas a respirar profundamente.
– Sé consciente de tu cuerpo en qué posición está, ves colocándote bien, reestructura tu cuerpo a una mejor posición, estira tu espalda, tu cuello.
– Deja que los pensamientos fluyan y salgan.
Algo simple y fácil que te ayudará en muchas ocasiones a regular los niveles de ansiedad y estrés.
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