¡Hola!
Hoy quiero hablarte de las decisiones. Yo, que me dedico al mundo de las terapias y medicina natural y he tenido la oportunidad de trabajar junto a muchas personas, he visto que es algo que determina el resultado.
El mundo de las terapias es muy amplio, aún así he llegado a la conclusión de que las terapias son una herramienta para que cuando tomes la decisión de estar bien puedas realmente estarlo sin invadir a tu persona.
La mente es capaz de enfermarnos al igual que de sanarnos. De eso no tengo ninguna duda. La predisposición y las creencias de la persona van a darnos el resultado deseado. Y con esto quiero decir, si quiero curarme, me curaré. Si quiero conseguir llevar una dieta equilibrada y sana, lo haré, pase lo que pase. Si quiero dejar de sentir miedo por X cosa, lo afrontaré y seguiré adelante. Y tras esa decisión, es dónde las terapias tienen muy buenos resultados, porque son herramientas que además te devuelven al equilibrio de una manera óptima, pero primero he de querer y sobretodo creer que puedo mejorar mi estado de salud física y mental con una decisión. Hay algo que cambia dentro de ti.
Recuerdo como cuando estudiaba PNL (programación neurolingüística) nos tratábamos hasta un dolor de espalda y cómo llegando al punto clave donde empezó ese dolor y al tratarlo, desaparecía sin tan siquiera poner una mano encima. O cómo cambiaban las posturas corporales de ir más cabizbajo a ir más recto por la vida al caminar. O cómo de repente algo a lo que temías, desaparecía. Claro que a todo esto, la implicación ha de ser total.
Cuando alguien me consulta por el tema de la alimentación, es algo en lo que hago hincapié, porque de ello depende que a la larga, su resultado se mantenga en el tiempo. Hay personas que quieren hacer dieta, adelgazar y no hacer cambios en su vida. Está bien, esa es su decisión. Otras quieren un cambio desde lo más profundo de su ser. Porque lo necesitan y no quieren esa vida, dependientes de la comida, del malestar y el descontrol.
Todas las personas tenemos ese detonador, ese interruptor, que cuando se activa, cambia nuestra vida, hay un antes y un después. Se nos puede activar en diferentes enfoques, en nuestra profesión, nuestra salud, en nuestra vida en general. Pero todo parte de la misma persona, del mismo ser, y cuando eso se enciende empieza un nuevo camino, nos conocemos un poco más y estamos más cerca de saber quiénes somos.
¡Feliz día!
Me encanta esta reflexión, Gema.
¡Un abrazo muy fuerte!
¡Gracias guapa! ¡¡Un abrazo!! 😀